miércoles, 28 de septiembre de 2016

Oscuridad

Hace dos semanas vino el poeta Khal Ulloa de visita después de bastante tiempo. Llegó temprano y yo estaba durmiendo, aguantando la resaca por la tomatera de la noche anterior. El caso es que llegó golpeando la puerta de mi casa más fuerte que la mayoría del resto de los mortales; si hay algo que me desencaja es que venga alguien a golpear mi puerta (literal, golpear), así que me levanté soportando el dolor de cabeza y cuando abrí la puerta y lo vi a él susurré su nombre, evidenciando mi sorpresa. 

Fue al grano y tras entrar preguntó si sé donde venden marihuana. Me sorprendió porque pensé que venía por los tres libros que le tengo y que me prestó el día que lo conocí. Decir: obra completa de la poesía de Poe, la locura de un gentleman, de Perceval y, representando al país, el difícil de encontrar diez, de Juan Emar. 

Como dije, me sorprendió cuando preguntó por marihuana, no sólo porque apenas eran las once de la mañana, sino porque en mi inocencia de verdad creí que el hombre venía por sus pertenencias. Me senté así, con tufo maloliente y exhalando alcohol, a un costado de mi comedor e invité al poeta a que tomara asiento. No tuvo que decirlo, pero tenía ganas de volarse. Volarse a toda costa (título para un libro). No tuvo que decirlo, pero tenía ganas de volarse, volarse a toda costa, y pude notar que en su casa, allá en Machalí, no estaba ni su mujer ni su hijo. 

Me lo pensé y poco y fui sincero: no tengo idea donde venden, Khal, le dije. Tras un gesto de dolencia absoluta de su parte, intuí que, ahora sí, me exigiría sus libros, pero en vez de eso preguntó que qué he estado escribiendo. En ese momento la resaca, la caña de mierda, se reactivó con un poder de mil bombas nucleares de haber desechado ideas buenas y que siquiera fueron anotadas en un bloc de notas en mi escritorio, agaché la cabeza, y confesé:

-No he escrito nada desde hace ya un buen tiempo.

Es difícil decir estas cosas porque sientes algo parecido a la vergüenza, pero que no es tal cosa, puesto que el sentimiento este viene cargado con inusitada culpa. Culpa que golpea en contraste con los momentos oportunos, aquellos momentos de ocio, y que sabías, realmente sabías, que estabas jodiendo en cualquier huevada, menos en aportar algo al mundo. 

Pero el Khal, mi amigo y negro poeta de lentes y boca ancha y chueca, fue comprensivo y dijo algo que si bien no fue un intento de consuelo, terminó siéndolo una vez que cerró la puerta. Sus palabras decían algo que hablaba de la comprensión que me tenía, de que también él (acaso todos) pasamos por esa oscuridad. En serio, dijo oscuridad. Y es que oscuridad era la palabra exacta de mi tiempo absurdo de no hacer nada. Cuando lo vi desaparecer sentí un empujón, un envión anímico como dijese la jerga futbolera, pero de eso pasaron dos semanas -como dije al comienzo- y aún no escribí una mierda. Recién ayer me llegó otra invitación para participar en un concurso rancagüino y, si bien fue otro motivo de lanzarme, siento que tampoco basta. 


4 comentarios:

  1. Quizá si sacas de ti esos miedos, esas emociones, esas situaciones que te bloquean, que te ennegrecen, que te llevan al vacío puedas escribir. Quizá las musas necesitaban descansar pero regresarán cuando hayan descansado de la presión que le damos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Soy un convencido que la musa no llega más de tres veces al año. Hablo de la real, de la Musa.
      Quiero pensar que lo mío va más por el lado del flojisto, simplemente paso por momentos de pajerismo absoluto y ya enfrentar la hoja en blanco es un cansancio que hace que me aleje rápido de la postura escritural.

      Eliminar
  2. Tú y yo sabemos que perder una mujer y un hijo es más potente que tener una sequía intelectual. Si yo fuera Khal, te hubiese puesto una patada en el culo. Por mamón. No escribir es de maricas, que te abandone tu mujer es un dolor para hombres de verdad. No ver más a tu hijo, es una maldición.
    Además, un pito no te hace olvidar, el alcohol es la única cura a los males del corazón o, quizás, otra droga que mis cuatro décadas de experiencia aún desconocen. Lo cierto es que a mí me sirve un buen trago, fuerte, seco, sin bebidas, quizás un hielo.
    Tu pluma Paul, siempre ha sido exquisita, es tiempo que limes esos detalles, porque si no se pierde todo tu trabajo. No sé si te lo he dicho antes, pero para escribir, se deben seguir tres reglas: escribir, escribir, escribir. Para escribir bien, añade otras tres reglas más: corrige, corrige, corrige. Con estas simples normas podrás entrar al Olimpo de los grandes escritores, que estoy seguro que te espera con las puertas abiertas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Me vas a creer que te escribí un testamento? Pero a blogger le dio la regla y no subió nada.

      Cuentas resumidas: justo anoche por la madrugada, iraba la entrevista que te hizo el Pato en el programa creadores. Si en Chile cuesta escribir, para el rancagüino es trabajo doble porque quien nació acá tiene una mancha donde el país te hace la desconocida, te saluda mirando a otro lado.

      Tomo tu patada en el culo de la mejor de las formas; es más, me pongo en cuatro. Me hacían falta comentarios como estos de parte de personas que están ligada al arte, gente a quien admiro. Pero, bueno... fui yo quien decidió desaparecer por casi tres meses y no hacer nada.

      Volví a escribir hace un par de días, lento por las piedras. Cuidándome.

      Un abrazo Héctor.

      Eliminar

Estoy en la portada de Wattpad

Hace poco me llegó un mensaje de uno de los administradores de Wattpad con la noticia de que una de mis obras, sacrificio, está en la SECCIÓ...