Un bar

No tengo a nadie a mi lado ahora mismo,
ninguna figura humana sentada,
acompañándome para haber preguntado si quería
servirse algo conmigo.

Entonces comienzo a darle ambiente a mi ambiguo entorno.
Escucho muchas voces.
Existe gente a mi alrededor.
Veo a lo lejos dos finas y largas piernas,
cruzadas de la manera más sensual.

Sin dudarlo me pongo de pie
y la miro directo a los ojos sin decir nada.
Pregunta si quiero algo con ella,
respondo sí.

Se siente el pesado aire,
completo de humo de cigarro,
olor a pesares,
a historias dentro de del bar de mi mente.

Se oye el chocar de cada vaso de cada una de las personas presentes,
y que brinda por algo que no me interesa.

Cada uno vive su historia,
pero,
al mismo tiempo,
es casi como si compartieran el hecho de estar en mi entorno.

Sin más, la miro con deseo,
pido cerveza para dos.

Y aquél viejo tocadiscos que hacía lo que debía...