Hoy no podré escribir de tus enseñanzas
sino de las mañas que completé contigo, en la cama.
Cuando, detrás de las sombras y la pared,
los gemidos se mezclaban envenenados.
Y justo cuando tu mirada estrecha llamaba mi piel,
me detenías con maestra experiencia..
Me relajabas con historias de tu pasado ángel.
Las sonrisas y las ganas volvían.
Y tú trotabas en mí, seduciendo con sudor pasivo.
La noche era testigo y se enteraba y se hacía para nosotros.
Éramos dueños de la luna,
de las ganas de la gana,
del vacío opaco de tu alma
y de los colores que aprendí.
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