A veces le soy infiel a las figuras que forma el agua de la ducha con mi piel.
Otras, ocasionales, vivo para cuestionar cómo no serlo.
Llegan mariposas indecentes de alas abiertas unidas por el yugo.
Amapolas de barro amoldadas con cincel barato.
Y sólo a ratos sonrío como artista.
Salir de paseo y estirar la mano a los demás está de más.
Pero abrazar la tuya es una mentira sincera.
Pinté tu sonrisa parecida al vulgar foco de donde nace el morbo.
Así me sentiré un poco menos infiel,
cuando el agua fría golpee mis hombros.
A veces dejé de ser infiel para probar con agua caliente.
Otras, comunes, morí para cuestionar.
Hoy mi copia de vapor sonríe.
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