Tú

Llegué anhelándote,
Con mi chaqueta negra impregnada del perfume de tu cuerpo de mujer.
Llegué con el vacío del rechazo,
con un rechazo apenas rechazo;
sino,
un rechazo provocador, seductor.
Un rechazo seductor y erótico
que despertó en mí aún más la curiosidad
de ti,
aún más vivo
-latente-
el deseo.

Cómo no desearte con tus gestos femeninos,
estudiados y delicados.
Un caminar perfectamente sensual,
un pie por delante del otro,
cada muslo rozando el otro.
Y tus caderas jugando en un vaivén
que me hipnotiza.

Cómo no querer pasar del beso,
rechazo apenas,
a querer tocarte,
rozar tu piel,
cada poro tuyo,
con las huellas de mis manos nerviosas.

Y así,
al explorarte toda,
mis manos ya no serían nerviosas;
sino, cómplices de tu erotismo con colores de perfección.
Erotismo que devora mi arte, mis palabras,
en intentar ser menos expresivo
y más escritor
para ti.

Es un juego de seducción.
Es una complicidad en cada mirada.
Es un juego a esperar a que suceda.
Que suceda que tu piel complete el vacío de mis manos.
Que el deseo devore las dudas
y las haga enmudecer.

Y si éstas enmudecen,
seré tu amigo cómplice.
Seré ése tipo de amigo para ti.
Serás ésa mujer amiga,
la de caminar con un vaivén
perfecto en sus nalgas finas.
la que deseo.